
Pobre de mí, siempre.
Trato de imaginar una vida independiente,
decidiendo las cosas por mí misma, y no puedo.
Sé que mi propia vida está ahí, en el horizonte, pero no llego a verla.
Se encuentra al final de una empinada cuesta,
una cuesta ante la cual tengo la tentación de rendirme.
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