miércoles, 19 de junio de 2013

2 días en París.

No es fácil mantener una relación y mucho menos conocer a la otra persona y aceptarla tal como es con sus defectos y su pasado. 
Para mí lo más difícil es decidir estar definitivamente con alguien. La idea de que es el hombre con el que voy a pasar el resto de mi vida, decidir que voy a hacer el esfuerzo de seguir, de solucionar las cosas y de no huir cuando surja un problema me resulta muy difícil.
Le dije que no podía estar con un hombre el resto de mi vida. Era mentira, pero lo dije de todas formas. 
Siempre me ha fascinado cómo las personas pueden pasar de amarse locamente a no sentir absolutamente nada. Nada. Es muy doloroso.
Cuando presiento que alguien me va a dejar tiendo a romper la relación antes de tener que pasar por eso.
Aquí está, una más, una menos. Otra historia de amor desperdiciada. A él lo quería de verdad. Cuando pienso que ha terminado, que nunca volveré a verlo, bueno, sí, nos encontraremos casualmente y conoceremos al nuevo novio o novia del otro, nos comportaremos como si nunca hubiéramos estado juntos, luego, poco a poco, pensaremos cada vez menos en el otro hasta que lo olvidemos completamente. Casi.
Siempre es igual: cortar, deprimirse, beber, tontear, conocer a un tío tras otro y follar para olvidar al verdadero amor de mi vida. Después, al cabo de unos meses de vacío total, volveré a buscar el verdadero amor, buscar desesperadamente por todas partes y al cabo de dos años de soledad, conocer un nuevo amor y jurar que será el definitivo hasta que también vuelva a perderlo. 
Llega un momento en la vida en que ya no podemos recuperarnos de otra ruptura, aunque esa persona nos fastidie el 60% del tiempo, no podemos vivir sin ella, aunque se despierte todos los días estornudándonos en la cara...bueno, nos gustan más sus estornudos que los besos de cualquier otra persona.


No hay comentarios: