Creo que era la pesadilla más hermosa que había visto nunca. Pude ver a los cientos de miles de muertos que habían caído en manos de sus curvas. Era el diablo en el cuerpo de un ángel, sus ojos me lo decían. Ni mil amaneceres podían igualarse al más leve de sus pestañeos. Su pelo era como un fuego fatuo que se movía a través de una oscuridad de vulgaridad ¿Qué hacía una chica así en un lugar como este? Era como un unicornio en un zoo, era polvo de hada en papel de liar. Apuesto que podía hacer flotar el plomo con solo un susurro ¿Qué puedo decir? Me vuelvo un poeta cada vez que se me pone dura.
Luis Pérez Montoro

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